Columna publicada en La Tercera
Hace algunos días mujeres estudiantes de colegios de Providencia salieron a protestar para denunciar que alumnos del Liceo Lastarria, tenían un chat donde hablaban sobre violar y golpear en “manada” a compañeras de otros establecimientos. Ahí mismo, compartían fotos íntimas sin el consentimiento de las jóvenes. La situación es grave. Por lo mismo, la Fiscalía Metropolitana Oriente solicitó a la Brigada del Cibercrimen de la PDI abrir una investigación para esclarecer los hechos.
Pero lo ocurrido acá es solo una parte del problema; es un síntoma de una enfermedad mucho más grave: la falta de una educación sexual integral en las escuelas, que se traduce en violencia de género digital y acoso y abuso sexual en las aulas de nuestro país.
El 2020 vimos con preocupación cómo el Congreso rechazó el proyecto de ley de Educación Sexual Integral, iniciativa que fue víctima de una caricaturización e interpretación básica. Luego, en 2021, fue ingresado nuevamente; sin embargo, aún no hay avances. El proyecto de ESI busca justamente abrir un camino para prevenir situaciones como las registradas recientemente. El texto contemplaba enseñar, primero, prevención del abuso sexual infantil, y abordaba la afectividad, el autocuidado y autoconocimiento en los cursos más pequeños; además de biología, prevención del embarazo adolescente, métodos anticonceptivos, el respeto por la diversidad y la orientación la sexual para los cursos más grandes.
El proyecto entrega herramientas para que niños, niñas y adolescentes eviten conductas de riesgo y agresiones, y, en el caso de vivirlas, les entregaba todos los elementos necesarios para ser capaces de acudir a sus cuidadores. Por otro lado, en la Convención Constitucional se aprobó hace algunos días un artículo que señala que el Estado debe asegurar el derecho de todas las personas a recibir una educación sexual integral, que, por supuesto, aún no es realidad en las aulas.
Si no queremos ver este tipo de situaciones, si lo que deseamos es que las escuelas estén libres de violencia de género digital y de abusos y acosos, es crucial que nos preocupemos del antes. No sirve de nada castigar a los alumnos y cambiarlos de colegio, porque así solo estamos trasladando el problema. Debemos discutir, pronto, protocolos y trabajos internos, además de volver a discutir una nueva Ley de Educación Sexual Integral. Esperemos que esta vez la discusión esté a la altura de una situación relevante, que marca vidas y también puede destruirlas. Esta sociedad que presenta distintos tipos de daños, debe ser capaz de enfrentar con altura, inteligencia y valor esta realidad.
Francisca Millán, socia AML Defensa de Mujeres