- En el último tiempo el país ha sido testigo de varios juicios respecto de delitos de violencia sexual, donde llama la atención todo el tiempo que se demoran las víctimas en denunciar.
- Son varias las razones que llevan a que las personas que sufren este tipo de actos callen, entre ellas la forma en la que la sociedad maneja y juzga a quienes son abusadas o acosadas.
La semana pasada el director de cine chileno, Nicolás Lopez, quedó en prisión preventiva en el penal Santiago 1, mientras espera que su sentencia, de cinco años y un día, por dos delitos de abuso sexual sea ejecutoriada.
El caso ha llamado la atención porque se asemeja a otros que ya se han visto en el país, como el de Martín Pradenas, acusado de la muerte de Antonia Barra quien se suicidó luego de sufrir abuso por este. Es otro caso, en el que un hombre es acusado por una mujer de abuso sexual y, con el paso del tiempo, mas y más mujeres salen a la luz denunciando haber sido violentadas por la misma persona, pero meses, a veces años después de sucedido. Así, estos últimos sólo son conocidos por la opinión pública porque hubo alguien que se atrevió primero.
Pero ¿por qué pasa? ¿Por qué la mayoría de las mujeres no denuncian apenas sufren una agresión y, en muchos casos, esperan a que otra lo haga?. De acuerdo a Francisca Millán, abogada y socia de AML Defensa de Mujeres, existe una normalización respecto a la violencia sexual, que se daría, en parte, por una falta de educación sexual, que hace que los actos de violencia no sean distinguidos como tal cuando sucede. A esto se suma que “existen estructuras de poder que llevan a las víctimas a quedarse calladas y a no denunciar, dejando pasar años antes de hablar y relatar lo que vivieron y eso es un problema que tenemos como sociedad y que hay que reparar”. En ese sentido, la experta señala que cuando las mujeres se atreven a denunciar delitos como abusos sexuales, siempre son cuestionadas y miradas desde un ángulo donde, antes de creerles, se pregunta públicamente si “se lo buscaron” o “si es real lo que está diciendo”.
Es común que los acusados y sus defensas las desacrediten, utilizando sesgos de género o buscando cualquier característica de la mujer, como su vestimenta o su trabajo, para desestimar o justificar el abuso -señalando que fue consensuado- lo que “envía un terrible mensaje que lleva a otras mujeres, que también sufren violencia sexual, a no decir nada, todo para evitar que se les cuestione, se les trate de mentirosas, se les retraumatice, se les exponga públicamente o, peor, se querellen contra ellas por denuncia calumniosa”. Así, de acuerdo a Millán, existe toda una maquinaria comunicacional y jurídica que pone una barrera invisible a las mujeres “que tiene un cartel que dice ‘cuidado, si denuncias un abuso sexual, esto es lo que te pasará’”.
Lectura de sentencia #NicolásLópez | "No es inusual observar defensas que se dediquen a acusar a las víctimas de estar mintiendo" @FranMillanZ 🔎 https://t.co/dYu1EaNR3w pic.twitter.com/FQ1j4H7U2a
— AML Defensa de Mujeres (@AmlDefensa) May 16, 2022
El problema, de acuerdo a la experta, es que, más allá de que existan muchos casos que no se conozcan o que salgan a la luz años después de que sucedan, es que hay mujeres que optan por otras salidas, como el suicidio; “cuando una mujer es violentada sexualmente y opta por suicidarse, es porque vio que el sistema no fue capaz de acompañarla, de creerle, ni de buscar justicia por ella y eso es grave y nos debería tener, como sociedad buscando una solución. No puede ser que niñas, jóvenes y mujeres adultas no se atrevan a denunciar a sus abusadores porque el sistema no funciona”.
Qué se puede hacer
No es fácil abrir la puerta para que las mujeres que sufren violencia sexual puedan y se atrevan a denunciar. Lo primero, dice Millán, es el rol que cumple la educación; es crucial tener una Educación Sexual Integral en los colegios para prevenir y detectar, tempranamente la violencia de este tipo. En ese sentido, la abogada explica que incluso las mujeres adultas “tienen una deficiencia respecto a esta educación, lo que muchas veces las lleva a normalizar las transgresiones”.
Luego, hay que mejorar la eficacia en el sistema de denuncias, desde carabineros, PDI y fiscalía. Todos estos organismos “deben tener una formación adecuada para poder tomarle la seriedad que merecen las denuncias de violencia sexual, para poder abordarlas acertivamente. A esto se le debe sumar el trabajo que se debe seguir profundizando en el sistema judicial, donde es necesario seguir tecnificando la perspectiva de género”.
El camino es largo, sostiene Millán, ya que este problema tiene su origen en formas y miradas que tiene la sociedad desde hace mucho tiempo y que muchas veces son difíciles de modificar. Hoy, la perspectiva de género aún es objeto de burlas, cuestionada y muchas veces negada, por eso es necesario que “exista una educación no sexista, para efectos de que la sociedad en su conjunto sepa cómo abordar la violencia sexual y de género”.